viernes, 30 de enero de 2015

Mis 500 Palabras- Día 28- El Ser

Todos creemos que somos nuestros nombres, que somos nuestra carrera, trabajo o aquello que poseemos; lo damos por hecho porque nos lo han inculcado desde que somos pequeños. Nos dicen que estudiemos para ser alguien en la vida, o para ser exitosos en la vida; y así vamos tomándole cariño a una serie de ideas que los otros han depositado en nosotros.

Lo que pienso es que no somos todo eso, solo se tratan de etiquetas que nos han dado conforme vamos creciendo; la primera etiqueta que se nos pone, y quizá la más querida, es el nombre pues es usado para identificarte y diferenciarte de los demás. Entonces, al pasar el tiempo, se van añadiendo más y más etiquetas a tu nombre; podrás decir que eres  técnico, bachiller, Licenciado, ingeniero o doctor, pero esas son etiquetas u no tu esencia.

Tomemos como una analogía a un perro; un perro puede estar entrenado o tener nombre, lo que suele satisfacer al humano, pero a el can no  le importa el nombre ni si certificado de entrenamiento; el animal no es su nombre ni las etiquetas que le pongamos, el solo es y con eso esta muy alegre, va por la vida sin neurosis y sin crisis existenciales.  Lo mismo con un árbol, podemos nombrarlo y clasificarlo pero a el árbol no le importará todas esas etiquetas pues el solo es. Nombramos y clasificamos cada elemento de este mundo, viviente o inerte, creyendo tenerlo todo controlado; sin embargo  a todo eso que nombramos no le importa pues sólo se limita a ser y no le dan valor a esas etiquetas, es más, ni siquiera se enteran.

Nosotros  cometemos el error de encariñarnos de nuestras  etiquetas, de nuestros logros obtenidos; los presumimos sacando el pecho con orgullo y nos ofendemos si se nos cuestiona o menosprecia una de esas etiquetas.  Esos logros no son parte de lo que somos, son herramientas que nos ayudan a llegar a donde queremos; como el perro y como el árbol debemos aceptarlas, pero sin llegar a sentir que somos los conocimientos o creencias.

Debemos dejar de mortificarnos por ser alguien  y empezar a "ser"; un perro va por ahí correteando alegremente porque es y no se preocupa por ser el mejor perro, el perro mejor vestido, el perro con más dinero o el perro con el mejor entrenamiento; un árbol está tranquilo porque  solo es, no se preocupa ni está inseguro por el fruto que dará, no se preocupar por dar las hojas más bonitas, solo las da. En cambio los humanos estamos tan ocupados queriendo ser importantes, queriendo tener mucho dinero, queriendo ser valorados o reconocidos, nos la pasamos queriendo demostrar que sabemos más y que valemos más; somos muy desgraciados porque nos olvidamos que lo importante no es "ser alguien" sino simplemente "ser".

Hay quienes dicen que la vida es una lucha; y en efecto lo es, pero no es contra el vecino, en hermano o el  compañero del trabajo, no es una competencia contra el mundo. La vida es una lucha contra todo eso que pusieron en ti y que no te deja ser, es una lucha contra ese ego tan sensible que se ofende a la menor provocación; es  una lucha contra las ganas de rendirte y dejar todo de lado; es una batalla contra la flojera, la mediocridad,  el conformismo y esos impulsos que te mandan actuar y decir palabras que hieren a tus hermanos y compañeros, y que en el fondo también te lastiman a ti.

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