jueves, 29 de enero de 2015

Mis 500 Palabras- Día 27- Algo para ti

Hoy decidiste salir a caminar, el mundo te parece incierto y esa incertidumbre empapa tu ser; te desgasta la rutina diaria, erosiona algo en ti día con día; tu espíritu o tu alma, o algo parecido a eso se desarma con el pasar de los días, de las horas y segundos. Caminar es tu única salida, huir de apoco, huir en círculos, de casa a algún lugar y de regreso.

Sales cuando el sol empieza a caer y teñir el cielo de naranja, de ese naranja nostálgico que se ve tan bien en los momentos tristes o románticos; hoy no es ninguno  de ambos, solo quieres caminar y perderte un rato por ahí o por allá.

Andas por la ciudad observando su luz artificial; esa luz que opaca las estrellas, no porque sean más majestuosas sino porque están mucho más cerca. Te das cuenta que la gente es así, dejan de lado la belleza real y majestuosa mientras admiran gustosos el brillo de la belleza artificial.

Llegas a la zona comercial, los sonidos de la música tropical entremezclada con danzón  te parece algo peculiar; miras un rato a la gente bailar y bailar. Mas no te demoras demasiado. El aroma a café te lleva rumbo al mar, a uno de esos cafés cercanos a sus orillas. Te compras un café y te sientas en una de las mesas del lugar, esas que están al aire libre. Un rato después te vas.

La noche ha caído hace un rato, puedes notarlo, las estrellas despuntan altas en la noche; te fijas en esa constelación que siempre apunta al norte, tu no vas al norte.
El mar ya está a la vista, sólo unos cien metros más y  estarás en la playa; cuando llegas te descalzas con rapidez, con la emoción que tenias cuando eras un niño o una niña, deseas sentir la fría arena bajo tus pies.

Caminas por la orilla un rato, disfrutando del tacto de la arena, cierras los ojos e inhalas  profundamente la brisa marina; el olor de la arena, la sal y el mar desborda tu olfato. Sonríes un rato y te quedas ahí, disfrutando esos preciados  minutos.

Abres los ojos y caminas mar adentro; al principio las olas se estampan en tus tobillos; conforme avanzas llegan hasta tus rodillas, el agua está fría pero agradable, el oleaje choca con tu ombligo; sigue subiendo y alcanza tu cintura, tu pecho; te estremeces de frío, sonríes, tomas aire y te sumerges bajo el agua.

Flotas sobre la superficie del agua, el oleaje te mece como una madre que mece a su niño en brazos; el susurro del viento y las olas te cuenta secretos en idiomas que no entiendes; el océano te canta canciones de  tiempos perdidos, canciones que otras criaturas ya extintas también escucharon y que seres futuros después de nosotros aún  escucharan.


Después de un rato sales del agua, las estrellas y la luna te observan curiosas; para ellas ya no eres la misma persona, algo de ti se quedo en el mar y algo del mar forma parte de ti ahora.

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