domingo, 21 de julio de 2019

El rebaño


Cada vez eran más, cada que un compañero era despedido o renunciaba al no aguantar el ritmo de trabajo su puesto era ocupado por uno de ellos; esbeltos, pálidos, de cabellos negros y ojos que apenas parecían tener la chispa de la vida, todos idénticos, igual peinado, igual forma de la cara, igual altura, igual complexión e igual uniforme; sí, parecían tan humanos como ella pero todos los que quedaban en la empresa se daban cuenta que no lo eran, su manera de actuar, de expresarse, de comer y hasta de pensar, totalmente enfocados en su tarea, no había nada más allá para ellos, no le dirigían la palabra a nadie excepto para tocar temas competentes al trabajo. Laura y, ella estaba segura, sus compañeros los detestaban.

Ella y sus compañeros cubrían un turno de doce horas con un descanso de una hora para la comida en su jornada laboral en la planta; su sección se dedicaba a capturar y procesar información para bases de datos de diversos clientes, había 25 puestos de trabajo en la sección de captura y procesamiento de datos de los cuales 5 eran ocupados por miembros de la plantilla original y 20 por los humanos artificiales que se habían ido integrando  con el paso de los años. El grupo de Laura los llamaba "el rebaño".

Los miembros del rebaño eran más eficientes, atentos y comprometidos con el trabajo que cualquiera de los compañeros de Laura, incluso eran más diligentes que ella misma, cuando los 5 llegaban a las 7 de la mañana el rebaño ya estaba ahí, tecleando y trabajando afanosamente, cuando era la hora del almuerzo el rebaño comía en una mesa aparte, comían rápido, cuando a los trabajadores originales les permitían tomar un par de horas de comida el rebaño comía en media hora e iban al baño en ese lapso para después regresar a la oficina a continuar capturando datos con su habitual eficiencia; cuando Laura y los otros cuatro se retiraban de sus puestos el rebaño se quedaba, una vez un tipo llamado Es se quedó hasta que los del rebaño se fueron, estuvieron tecleando hasta las cuatro de la mañana. Es se obsesiono con competir con el rebaño, trato de seguir su ritmo un par de semanas hasta que, debido al estrés, se terminó colgando en su habitación. Los cinco restantes sabían que no podían competir con esos humanos artificiales, estaban diseñados para ser mejores que ellos en ese trabajo específico y eventualmente los remplazarian a todos.

Una vez Laura se quedó rezagada a la hora del almuerzo con la excusa de que había olvidado algo, su intención fue hacerle unas preguntas a uno de los del rebaño
-H-24-pregunto a uno de los humanos artificiales, el cual dejó de teclear y la miró con sus ojos con apenas brillo.
-si señorita Laura- dijo con cortesía
-quiero preguntarte una cosa-
-estoy por terminar los reportes y la estadística señorita, si eso es lo que la preocupa, según yo, no estoy atrasado- 
-lo se, ustedes nunca se atrasan-a  Laura  le pareció ver una chispa de orgullo en los ojos de el.
-entonces dígame señorita-la apremió humano artificial
-¿Cuántas horas duermen al día?- la hace tiempo que se lo preguntaba.
-Dos horas señorita-la miró como desconcertado- dígame, ¿esto que tiene que ver con el trabajo?
-ah, nada, era una duda personal- dijo ella sonriente y añadio- solo dos horas eh, si que están bien diseñados
-disculpe señorita Laura,¿Puedo preguntarle algo?
-si h-24-Laura se moría de curiosidad
-¿Quién los diseñó? ¿por qué son tan ineficientes?
-nadie, nosotros somos así, evolucionamos supongo- comentó Laura- es decir antes había animales parecidos a los humanos y con el pasar de las generaciones si descendencia se convirtió en nuestra especie; ¿No sé si lo entiendas?
-mmm, lo entiendo, es como una actualización, ustedes son la versión actualizada de los antiguos seres parecidos a humanos, mmm y nosotros somos la actualización de ustedes- h24 dió un respingo de alegría como lo hace alguien que a hecho un gran descubrimiento
-ahh- Laura se quedó boquiabierta
- volveré a trabajar si no le molesta
-no te preocupes, igual ya me iba, gracias por la charla, supongo
-si, señorita, muchas gracias

Laura casi corrió al comedor, cuando llegó se sirvió mucha comida y se apresuró a devorarla con ansiedad. 
-¿qué tienes Laura?- preguntó John
Ella lo miró, llena de miedo y dijo
-ellos son el futuro, nosotros no podemos competir

Un momento después el rebaño entró al comedor, tan silenciosos, tan ordenados, tan fríos e inhumanos, Laura sabía que los altos mandos tarde o temprano iban a reemplazar a todos por esas cosas. Ella lo sabía y el rebaño también.

No hay comentarios:

Trabaja sin sentir culpa

Nos han enseñado, en este siglo, que el trabajo duro y la autoexplotación son un camino seguro y garantizado a la estabilidad e incluso a l...