domingo, 14 de julio de 2019

Constanza

Constanza sentía como se le escapaba la vida en cada ataque de tos, a veces tosía sangre, le dolían los huesos y los pulmones, le costaba algo respirar; Julián entró al cuarto llevando un tazón de sopa caliente, era  viejo y le temblaban las manos; colocó el cuenco en la mesita de noche, ayudó a su anciana mujer a sentarse y a controlar tos.

-vamos a comer hermosa-le dijo con cariño, ella le miró con sus ojos vidriosos, adoloridos y agradecidos.

-gracias, amor- dijo entre toses

El la ayudó a alimentarse con ternura, a ambos les temblaban las manos pero juntos, lograban que el contenido de la cuchara no se regara; así cucharada a cucharada lograron vaciar el tazón, Constanza quedó exhausta, Julián limpio los restos de comida de su boca, después le ayudó a tomar su medicina, hablaron un rato antes de que ella se quedará dormida.

Julián salió de la habitación a paso lento para ir a la cocina y cenar algo antes de intentar dormir un poco desde que su esposa estaba enferma él apenas y dormía, ella estaba muriendo y él quería estar con ella hasta el final, no permitiría que el hambre o el sueño le probaran de estar ahí sujetando su mano, diciéndole que todo estaría bien y que Dios la recibiría con los brazos abiertos, aunque él no creyera, ella si  lo hacía y él nunca había cuestionado, mucho menos se había burlado, de la fe de la mujer que amaba.

Regreso a la habitación, se sentó en una mecedora que estaba al lado de la cama, la miró dormir, entre ronquidos y toses. Va a morir, pensó, todos morimos, le replicó su conciencia, cuando se casaron se habían jurado amor hasta que la muerte los separara, ahora con esta llamando a la puerta Julián odiaba la idea de la separación; rememoró los 50 años de matrimonio con su amada Constanza, se acordó de sus hijos que ahora estaban lejos y bastante ocupados como para atender a dos viejos, haciendo sus vidas, caminando el sendero que los llevaría al mismo destino que a ellos dos; viejos, enfermos y solos. Julián recordó que con sus padres y sus abuelos había sido diferente, en sus últimas horas él y sus hermanos rodeaban la cama de su padre, en las últimas horas de su abuelo su padre, él, sus primos y tíos rodeaban su cama; también cuando su madre y su abuela murieron, solo que con ellas hubo más luto y más llamado pues a las abuelas se les añora más, son como una segunda madre. ¿Quién estará aquí cuando nos alcance la muerte? Se preguntó Julián Mientras miraba con tristeza a Constanza.

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